¿Lo has oído?
Los oídos son una auténtica obra de ingeniería.
Su funcionamiento es vital para que oigamos bien y para que andemos sin inclinarnos. Los oídos esconden secretos. Esconden el sentido del oído.¡¡Entra y descúbrelo tú mismo!!!
Pero, como todo, los oídos también pueden presentar problemas. Uno de los más frecuentes es la otitis, una enfermedad tan común que seguro que alguna vez te la han diagnosticado.
¡Aquí te explicamos en qué consiste!
El oído
Antes de hablar de las enfermedades del oído, habrá que saber en qué consiste.
El oído está formado por tres partes:
- El oído externo
- El oído medio
- El oído interno
El oído externo
El oído externo lo forman el pabellón auricular, que es lo que llamamos oreja normalmente, y el conducto auditivo externo. Esa piel tan curiosa que tiene la oreja recibe el nombre de cartílago.
Ya sabes que el sonido se esparce a través de ondas que viajan por el aire. Las ondas entran por esta parte del oído, que gracias al conducto auditivo puede orientar y dirigir los sonidos que llegan del exterior hasta el tímpano, que se encuentra en el oído medio.
En el oído externo también es donde se fabrica la cera, esa particular masa que se nos junta en los oídos, que está formada por sustancias químicas especiales que combaten las infecciones y ayudan a mantener limpio el conducto auditivo.
El oído medio
El oído medio también se conoce como caja timpánica y, como se puede deducir, está situado entre el oído externo y el interno.
De hecho, podríamos decir que es una cámara que está conectada con la garganta a través de la trompa de Eustaquio, que actúa como una válvula que regula la presión dentro del oído medio y que conecta con el conducto auditivo externo a través del tímpano.
El tímpano es una membrana muy fina que separa el oído externo del interno, y a continuación hay tres huesecillos muy pequeños que se llaman martillo, yunque y estribo. Este último, el estribo, es el hueso más pequeño del cuerpo humano.
Todas estas estructuras son muy delicadas y funcionan de una manera muy complicada, porque el sonido que llega a la membrana (tímpano) debe adaptarse y ser conducido hasta el oído interno.
Buena parte del trabajo del oído medio es regular la presión. Y por eso, la trompa de Eustaquio es muy importante. Normalmente, esta trompa, que es como un tubo, está siempre cerrada, menos cuando bostezas o cuando tragas los alimentos; entonces se abre. Seguro que si has viajado en avión o has subido a alguna montaña lo bastante alta, has oído un ruidito en el oído. No es más que la trompa de Eustaquio que se ha abierto para asegurarse de que la presión del aire es la misma a ambos lados del tímpano, es decir, dentro y fuera del oído.
Si no se regulara esa presión… ¡¡podría explotarnos el oído!!
El oído interno
El oído interno es una estructura ósea muy dura, recubierta por una membrana que está llena de líquidos que cuando se mueven estimulan las células nerviosas.
Está formada por dos aparatos receptores, que funcionan de diferente manera:
- El aparato coclear, que se encarga de la audición.
- El sistema vestibular, que es el encargado del equilibrio.
Ten en cuenta que después de que las ondas sonoras hayan entrado por el oído externo y se hayan convertido en vibraciones en el oído medio, el oído interno se pone en funcionamiento.
Estas vibraciones llegan a la cóclea, que es un pequeño conducto que está enrollado alrededor del oído interno y que está lleno de líquido. Cuando las vibraciones lo tocan, el líquido empieza a vibrar, se estimulan las terminales nerviosas y se crea un impulso eléctrico que, a través del nervio auditivo, llega hasta la zona del cerebro que lo traduce en sonido.
El cerebro nunca podría reconocer lo que le llega –en este caso el sonido- si todas las partes del oído no trabajaran juntas.
Sobre la cóclea están los conductos semicirculares, que también tienen líquidos y miles de pequeñas terminaciones celulares microscópicas. Estos conductos son los encargados de mantener el equilibrio.
Por ejemplo, si te agachas, los líquidos que hay en los conductos semicirculares se mueven y hacen moverse estas terminaciones, que envían un mensaje al cerebro sobre cuál debe ser la postura de la cabeza. En menos de un segundo, el cerebro averigua dónde está tu cabeza y a qué músculos debe enviar mensajes para que mantengas el equilibrio y no te caigas.
Otitis
La otitis es una infección y una de las enfermedades o molestias más corrientes entre la población infantil y juvenil.
La causa un virus o bacteria que pasa de la nariz o del cuello al oído medio a través de la trompa de Eustaquio. Sin embargo, la otitis puede afectar también al oído interno.
Hay diferentes tipos de otitis, en función de la zona del oído a la que afecta:
- Otitis externa
- Otitis media
- Otitis media crónica
- Otitis serosa
A veces, la otitis externa se llama “mal de nadador”, porque el contacto constante del agua con el oído puede provocarla.
Un examen físico del oído con el instrumento adecuado, el otoscopio, puede mostrar los signos típicos de la otitis. Por ejemplo, en el caso de la otitis externa, a menudo se ve el oído rojo, mientras que en el caso de la otitis media, además de enrojecimiento se da una inflamación del tímpano.
Tipos de otitis
Otitis externa
Es una de las infecciones principales del oído externo. La humedad produce alteraciones en la piel y maceraciones que hacen que se modifique el equilibrio de la piel y quede más débil para hacer frente a la infección.
Otitis media
La infección del oído medio se puede expandir por las estructuras de toda la cabeza. Por eso es muy importante tratarla y pararla a tiempo.
Este tipo de otitis es muy corriente entre niños pequeños.
Hay que tratar la otitis seriamente, porque puede provocar sordera.
Este tipo de otitis la provoca el mal funcionamiento de las trompas de Eustaquio. A menudo, antes de que duela el oído por la otitis, ya se está constipado, y eso cierra un poco la trompa y hace que no se ventile lo suficiente esta parte del oído medio.
Es muy importante curarse del todo de este tipo de otitis, para evitar que se convierta en crónica.
Otitis media crónica
En este caso, el proceso infeccioso produce la perforación del tímpano y provoca un poco de sordera, en función del estado del oído medio.
Otitis serosa
Esta otitis también se produce en el oído medio y se caracteriza por segregar un líquido seromucoso dentro de la caja del tímpano.
En este caso se cierra del todo la trompa de Eustaquio. Se crea una presión negativa en el interior de la caja del tímpano y de ese modo se facilita la presencia de líquido seroso.
Aunque hablamos de los oídos, hay que tener en cuenta que es muy importante saberse mocar, y tener siempre bien limpia la nariz de mocos. Hay que eliminarlos siempre hacia fuera y no aspirarlos nunca hacia dentro.
Se calcula que más del 80% de los niños tendrán una otitis serosa antes de cumplir seis años.
Síntomas
Hay diferentes señales que hacen pensar que puedes tener otitis:
- Dolor persistente de oído.
- Picor o molestias en el oído.
- Pérdida de oído.
- Oír silbidos.
- Tener fiebre.
- Que te den escalofríos.
- Estar nervioso o irritable.
- Encontrarse mal, en general.
- Náuseas y vómitos.
- Diarrea.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es, naturalmente, eliminar la infección. Cuando la infección es producida por bacterias, deberás tomar antibióticos, en las dosis y durante el tiempo que sea necesario.
A veces, se puede completar el tratamiento antibiótico y si duele mucho se pueden tomar analgésicos contra el dolor, y también alivia el dolor aplicar un poco de calor en el área afectada.
Generalmente, el tratamiento es eficaz y no se presentan más complicaciones. Si pasados unos cuantos días no te vuelve a doler, quiere decir que la otitis ha desaparecido, pero en cambio si el dolor vuelve, hay que repetir la visita al médico o farmacéutico para reiniciar o variar el tratamiento.
Es muy importante que cuando te duela el oído no te lo hurgues ni te lo rasques con el dedo o algún objeto.
Cuando la infección haya desaparecido, debes mantener los oídos limpios y siempre secos.
¿Qúe hay que hacer?
Para evitar tener otitis, hay varias cosas que puedes hacer:
- Secarte los oídos con cuidado después de haberte duchado, bañado o lavado la cabeza.
- Usar tapones para nadar.
- No nadar en aguas contaminadas.
Higiene de los oídos
Si te metes el dedo en el oído, a lo mejor encuentras una masa amarillenta o marronácea que se llama cera. Son secreciones de las glándulas sebáceas y ceruminosas de la piel, con pelos o suciedad añadidos.
Esta cera actúa de protector y lubrifica la piel y evita infecciones. De alguna manera, se puede decir que los oídos tienen su sistema de limpieza y desinfección.
Hay que mantener el oído seco y limpio, pero de ningún modo deberás meter bastoncillos u otros utensilios para limpiar más adentro del oído externo.