Comer en la escuela: la importancia de los hábitos alimentarios
La célebre frase «somos lo que comemos» es cierta en gran medida. Lo que los niños comen influye en su crecimiento y desarrollo, afecta a su salud tanto en la infancia como en la adolescencia y puede contribuir a la prevención de enfermedades. Algunas de estas enfermedades, que hasta ahora eran raras en la infancia, están ya apareciendo como consecuencia del poco saludable estilo de vida actual, derivado de una alimentación incorrecta y del excesivo sedentarismo. Citemos como ejemplo la obesidad, el colesterol elevado y la diabetes, entre otras.
Actualmente, cerca de la mitad de los escolares comen en la escuela; esto se produce más en el medio urbano que en el rural. El trabajo de la madre fuera del hogar y las distancias entre la vivienda y la escuela determinan, mayoritariamente, esta realidad. Así pues, los colegios ofrecen un servicio cada vez más necesario para el ritmo de vida de hoy en día. Algunos colegios tienen cocina propia y otros utilizan servicios de catering. Sin embargo, generalmente todos ellos suelen contar con la ayuda de profesionales que los asesoran sobre la elaboración de menús equilibrados.
Por otro lado, los padres sienten una cierta inquietud ante el hecho de dejar a los niños a comer en la escuela. ¿Qué comen?, se preguntan, y leen con interés el plan semanal de menús para complementar la cena convenientemente. Es decir, si al mediodía en la escuela el niño ha comido un plato de pasta, como macarrones, y un filete de carne, la manera de equilibrar el menú en la cena es que ésta se componga de, por ejemplo, un plato de verduras y pescado o huevo, sin olvidar la fruta como postre.
Una jornada escolar, desde el punto de vista de la alimentación, se inicia con el desayuno en casa, antes de ir a la escuela. El desayuno ideal consiste en un lácteo (leche o yogur), cereal (pan o tostadas con algún acompañamiento) y fruta. Se podría decir que el desayuno es la comida más importante del día, ya que es la que nos permitirá, después de un largo periodo de ayuno nocturno, ingerir la energía necesaria para empezar la actividad del día. Si es posible, toda la familia debe desayunar sentada, no se necesitan más de 10 ó 15 minutos; en ocasiones, por problemas de horario, es la única comida que pueden realizar juntos. Implica un pequeño esfuerzo para dejar la mesa puesta la noche anterior y levantarse 10 minutos antes. Si lo prueba, repetirá, saldrá de casa con otro ánimo.
A media mañana, en la hora del patio, es recomendable completar el desayuno de la mañana con un bocadillo pequeño o una pieza de fruta, para llegar a la comida sin un hambre voraz. En este sentido, la etapa escolar corresponde a una edad de formación de los hábitos alimentarios que perdurarán toda la vida. En consecuencia, cuando el niño coma en la escuela, resulta interesante asegurarse de que tiene el tiempo suficiente para comer: más de 20 minutos y menos de tres cuartos de hora. Comer en menos tiempo hace que el niño no mastique suficientemente los alimentos y que no le dé tiempo a saborear la comida y disfrutar de otros valores sociales que se desarrollan alrededor de la mesa. Excederse es hacer que el niño aburra la comida. Cuando la comida se ingiere muy deprisa, el cerebro no recibe la señal de saciedad proporcionada por los alimentos, y el niño puede comer más de la cuenta.
Después de la comida y al finalizar la jornada escolar, la merienda. Ha sido una jornada larga, se ha gastado mucha energía y aún quedan deberes por hacer… hasta la cena y el merecido descanso nocturno.
En la educación en nutrición de los escolares deben implicarse diversos colectivos: el aula con los profesores, el comedor escolar, el medio escolar, la comunidad, los profesionales sanitarios y la familia. Todos ellos deben favorecer y fomentar unos hábitos alimentarios encaminados a la obtención de una dieta saludable.
Parece claro que es más fácil promover la adquisición de hábitos alimentarios y estilos de vida más saludables durante la etapa infantil, que modificar hábitos incorrectos estructurados durante la vida adulta. Por lo tanto, la alimentación a lo largo de toda la infancia, la edad escolar y la adolescencia desempeña un papel muy importante en la prevención de las enfermedades y en la promoción de la salud.
La Vocalía de Alimentación del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona cuenta con un equipo de formadores en nutrición que imparten desde hace varios años sesiones formativas a diferentes colectivos, principalmente escolares, utilizando material didáctico diseñado para el programa de educación nutricional «Alimentarse bien es invertir en salud», elaborado por el Col·legi de Farmacèutics de Barcelona.
Consejos para una alimentación infantil equilibrada
- Complementar los menús de la escuela con las otras comidas del día.
- Evitar el consumo excesivo de aperitivos, refrescos, embutidos y bollería. Reservarlo para ocasiones especiales.
- Los padres deben poner atención cuando el niño come en exceso o, al contrario, evita la comida.
- Respecto a la televisión: en el comedor escolar los niños no ven la televisión, y cuando el niño come en casa tampoco debe verla; comer significa comer, y disfrutar de la comida y de la compañía de los comensales.